La Segunda República Española

La Segunda República española se proclamó el 14 de abril de 1931, dos días después de que el rey Alfonso XIII renunciara al trono, y finalizó el 1 de abril de 1939 con el fin de la guerra civil.

Para poder entender esta época hay que tener en cuenta sus tres etapas:

 

El Bienio Reformista (1931-1933)

Dos meses después de la proclamación de la República se convocaron elecciones en las que vencieron en las urnas los partidos de izquierda y tras intensas negociaciones de acuerdos, en diciembre de ese año, se aprobó una nueva Constitución; esta establece entre otras cosas el sufragio universal, reconoce el derecho al voto de las mujeres, la autonomía de las regiones y el estado laico.

El gobierno republicano-socialista presidido por Manuel Azaña intenta solucionar los grandes problemas del país a través de políticas reformistas siguiendo la línea de la nueva constitución. Pero la falta de medios y la oposición de ciertos sectores sociales hicieron fracasar la implantación de sus medidas. Concesiones autonómicas; una educación laica, obligatoria y mixta; el reconocimiento del matrimonio civil y el divorcio o la expropiación de tierras son algunos ejemplos que podemos ver del carácter reformista de este primer gobierno de la II República.

 


Bienio Radical-Cedista (1933-1936)

Tras dos años en el gobierno, Azaña dimite y la CEDA (La Confederación Española de Derechas Autónomas) gana las elecciones de 1933 formando gobierno con el partido radical; el presidente de esta etapa es el cedista Gil Robles. Estos años se caracterizan por las políticas contrarreformistas y reaccionarias, es por ello por lo que este Bienio es también conocido como Bienio Negro.

La paralización de las reformas dio lugar a que se incomodaran los sectores beneficiados por ellas sobre todo a la clase obrera lo que desencadenó en 1934 la Revolución obrera.

 

Frente Popular (1936-1939)

En las elecciones de 1936 los partidos de izquierda se aliaron en el Frente Popular, obteniendo la mayoría parlamentaria. El gobierno volvió a poner en marcha las reformas paralizadas por la derecha, medidas que no gustaron sobre todo a la oligarquía española, que se sentía amenazada.

El descontento social radicalizó tanto a la izquierda como a la derecha, enfrentándose duramente. En Julio de 1936 la situación se hizo insostenible produciéndose el inicio de la Guerra Civil como consecuencia de un Golpe de Estado.

Oficialmente el fin de la República se produce el 1 de abril de 1939.


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